Pánico

junio 22, 2010 at 12:06 am (Un poco de todo)

Sábado 19 de junio de 2010, 15:07 pm. Mercadona Miramadrid de Paracuellos del Jarama.

Sólo estaba intentando comprar algo rápido para comer  intentando no tardar demasiado, cuando me enfrenté a una de las situaciones más significativas que le ocurren a una persona humana. Deambulaba por los pasillos inapetente pero con hambre, sin saber qué comprar y sin imaginarme lo que estaba a punto de suceder, con una crema hidratante para hombre en la mano derecha y la cesta casi vacía en la mano izquierda. Cuando, en medio del pasillo, bajé la cabeza y me quedé paralizada.

Ahí estaba. Me miró. Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Como la sacudida eléctrica que me regala el Katicar cada vez que me bajo y me calambrea sin piedad. Aún hoy se me erizan los pelillos del brazo cuando recuerdo ese difícil momento. Os juro que traté de esquivarla con la mirada, e incluso giré el cuello sin miedo a los efectos de la contractura que me estaba buscando tratando de evitar que me encontrara, pero tan poderosa como el ojo de Mordor, me encontró y no tuve escapatoria. Creo que hasta me guiñó la muy cabrona.

La puse en la palma de mi mano y con los dedos pude apreciar la suavidad de su tacto, en armonía con su color brillante pero muy discreto.  La coloqué con mimo y delicadeza en el cesto y me acerqué a la caja. No quería seguir mirando. Algo en mí sabía que nada volvería a ser como antes.  El principio del fin había llegado.

El sábado pasado compré por primera vez en mi vida un contorno de ojos.  Si es que, ya lo dice mi padre, «Con la edad los cuerpos se estropean»…

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